lunes, 15 de septiembre de 2008

BELLEZA NO DISIMULADA

Es en días como el de hoy donde uno se siente satisfecho y realizado, las cosas tienen el sentido debido y es cuando los esfuerzos realizados reciben una recompensa. A lo largo de mis contados pero extensos comentarios he dejado en el aire una sensación de felicidad contenida y de pretensiones no completadas. Me explico, cuando llegue aquí inevitablemente tendí a comparar con mi anterior estancia en París, si bien, se trata de dos situaciones para nada comparables. Aquí llegue en Invierno, a la otra parte del mundo, rodeándome de gente que no iban en el mismo plan que yo (es decir, una corta estancia), gente a la que no sabes muy bien como tratar ni como te van a tratar a ti por el completo desconocimiento de sus formas de actuar, vivir, relacionarse, etc., todos estos condicionantes hacen inevitablemente que el conocimiento no solo de la gente sino también de los sitios sea mas complicado. Pero una vez que llevas aquí, como es mi caso, un mes y medio, aprendes un poco a conocer esto, a la gente, a sus costumbres… ellos también se acercan mas, te preguntan, incluso los mas osados te invitan a salir con ellos (después de mes y medio, igualito que es España, jeje). La verdad es que estos kiwis son de lo mas raros, será momento de hacer balance cuando me vaya, pero de momento pienso que son una sociedad de contrastes, contrastes muy fuertes, no siguen una línea mas o menos coherente de pensamiento y actuación, se guían mas bien por instintos. Tampoco resulta raro, pues bien hablamos de un país con una historia que no llega a los 200 años. Esta falta de coherencia se demuestra, por ejemplo, en algunos discursos radicalistas ecológicos absurdos cuando al mismo tiempo no separan la basura, van en coche a todos lados y no tienen reparos a la hora de gastar energía. Esta gente vive feliz, no tienen preocupaciones, aquí nunca pasa nada, en parte los comparo con los marroquíes para los cuales la prisa mata, pues aquí parecido, se toman la vida con mucha tranquilidad, y eso me gusta. Tienen cosas buenas de los países occidentales como es la organización, si bien, vicios como la feroz competencia o el egoísmo no existe en su forma de actuar. Si bien, al mismo tiempo, esa burbuja en la que viven esta envuelta de hipocresía, pues no les importa mucho lo que pasa en otras zonas del mundo donde la gente no es tan privilegiada, zonas inmersas en guerras, contaminación, falta de recursos… como dije, en los periódicos (muy amarillos la verdad) no se saca lo que pasa en el mundo, solo aparece lo que de alguna manera (al menos, eso piensan ellos) les puede afectar. O bien tonterías que en un periódico serio español no ocuparían ni un misero recuadro en la página menos leída. Al mismo tiempo, el otro día me decía mi compañera, que cuando los niños pequeños no se comen la comida le dicen que un niño de África vendrá y se la llevará, lo que digo, una gente llena de contrastes. Otro dato, muchos de ellos van descalzos por la calle, si, como suena, sin calcetines ni nada. Las calles están limpísimas, no ya por la limpieza, sino porque nadie tira nada. Al mismo tiempo, aquí no existe la moda, cada uno se pone lo que le da la gana, razón por la cual no es extraño ver lentejuelas a medio día entre semana, combinaciones imposibles, etc. Pero no pasa nada, nadie te va a mirar, eso me gusta.
Una vez contadas una serie de cosas que me apetecía relatar por lo mucho que me sorprenden, paso a acercaros mis sensaciones vividas este fin de semana. El viernes puse rumbo a la costa Este de la Isla Norte, a las ciudades de Napier y Hastings. Estas ciudades fueron destruidas allá por 1931 por un tremendo terremoto. Fueron reconstruidas dándole un aire de Art-Deco. Sobre todo la primera, Napier, es una ciudad preciosa, volcada al Pacífico, con ese Art-Deco que impregna la práctica totalidad de casas del centro y con ese aire mezcla de ciudad residencial y agrícola que tan buena sensación me dejo. Resulto impresionante divisar Hawke Bay, en esta ciudad de jardines perfectos y simétricos, desde lo alto de un cerro, donde el Pacifico ofrecía una variada gama de azules, mezclados con el blanco de las nevadas cumbres y con el verde de los pastos. En general, Nueva Zelanda es un sitio donde parece que el tiempo no pasa, aspecto intensificado en los pueblos, pueblos como Napier o Hastings donde de verdad merece la pena vivir. Ambos pueblos comparten una extensa región agrícola donde el protagonista es el vino. Es la segunda región de Nueva Zelanda (después de Canterbury) en producción de vinos (sobre todo blancos, sin embargo, están empezando a hacer también tintos, si bien, yo no he probado ninguno aun que me haya conquistado). Pero lo que está claro que aquí lo bonito no son tanto las ciudades como los paisajes. Aun teniendo en cuenta que lo mejor esta por llegar (los entendidos dicen que la Isla Sur es mucho mejor) me parece que cualquier comentario vertido sobre Nueva Zelanda se queda corto. También puede ser que carezco de objetividad, puesto que los paisajes agrícolas son mi debilidad, si bien, hay ciertas cosas cuya belleza es inobjetable. En mi camino hacia Napier y Hastings, pase por una vasta zona agrícola y ganadera donde el verde de los pastos salpicado por algunas coníferas testigos de un extinto bosque, se mezcla el azul del agua y del cielo y con ese blanco grisáceo de esos 40 millones de ovejas que actualmente residen en Nueva Zelanda. La palabra impresionante pienso que se queda corta para reflejar, sin faltar a la verdad, la belleza de estos paisajes. Estos animalitos (acompañados por vacas, corderos y caballos) desafían la ley de la gravedad, cual olivos en Úbeda o en Jaén, trepando por pendientes que miran al cielo. Las zonas que sirven de pasto a los animales y de soporte para la agricultura, son el resultado de la batalla librada contra el bosque. Pienso que este país lo tiene todo para triunfar y para pervivir en el tiempo, sobre todo por sus innumerables recursos y fértiles tierras, si bien, queda claro que tienen que conseguir un equilibrio, equilibrio entre el desarrollo económico y social y la conservación del Medio Ambiente (lo que muchos llaman Desarrollo Sostenible). En este sentido, muchas alarmas se empiezan a encender, a pesar de la descarada juventud del país y de la poca gente que lo compone, solo espero que sepan enderezar el rumbo (como creo que lo están haciendo, si bien, también verteré mis comentarios al respecto cuando se acerque la hora de partir) en pro de un futuro prospero para este país y para su gente, irremediablemente ligado a un Medio Ambiente sano y duradero.