domingo, 29 de noviembre de 2009

Saint Guilhem le Désert, Avignon y el Mediterráneo
















Arlés, Nîmes y Pont du Gard
















Montpellier cual puzzle donde todas las piezas son necesarias

Resumen:
Montpellier es una ciudad donde existe una interesante mezcla de culturas que viven en armonía. Esto no ocurre en otras partes de Francias, goberandas por Sarkozy, cuyos votantes parecen escondidos. Son precisamente los franceses y los extranjeros, los que califican a Montpellier como ciudad ideal, en la cual cada vez me siento mejor. Además, he visitado algunas zonas de la región (Languedoc-Rousillon) que no tienen ningún tipo de desperdicio. Os deseo felicidad.

Interesante experimento social esta sureña localidad francesa llamada Montpellier, sitio donde confluyen en un pequeño espacio un gran número de culturas del mundo. Esta mezcla cultural no es casual sino que se dan varias circunstancias que la propician. Desde un punto de vista meramente geográfico, esta zona de Francia conecta los países centrales de la vieja Europa con la península Ibérica y África. Al mismo tiempo, no se encuentra lejos de Marsella, ciudad portuaria donde por mar llega mucha inmigración procedente de África, sobre todo de Argelia. Además, en la antigüedad, por el centro de Montpellier pasaba una importante vía romana. Pero lo más importante creo es la capacidad que ha tenido esta villa para acoger gentes de distintas creencias y culturas, de hecho aquí convivieron en paz desde la creación de la misma (halla por el año 975 DC) distintas religiones en lo que se conocía como Occitania, hasta que la llegada del rey de Francia provocó la represión de distintos pensamientos en la conocida como “Guerra de las religiones” y la anexión de esta región al conjunto del hexágono francés. Sin embargo, esa capacidad de acogimiento no se ha perdido y es especialmente evidente a día de hoy. Y creo que funciona, quiero decir, esta mezcla social tiene como resultado un ilimitado número de recursos donde es la propia sociedad de Montpellier la que sale beneficiada. Sale beneficiada puesto que a diario se puede encontrar una amplia gama de actividades culturales venidas desde los rincones más recónditos del planeta que no solo te entretienen sino que te forman, dándote otros puntos de vista. Y son precisamente esos distintos puntos de vista, y sobre todo, el hecho de que se tengan en cuenta, los que enriquecen al territorio que recibe la mezcla. De esa manera se elimina el pensamiento único y es posible abordar problemas antes irresolubles (o resueltos pero desde un punto de vista único). No es raro por ejemplo ver como en la fiesta del Sacrificio de los Árabes (Aid el Kebir), personas con distintas procedencias y religiones disfrutan juntos de la misma. O que el icono actual de la ciudad, sea Nicola Karabatic, jugador de balonmano, nacionalizado francés, de padres croatas y serbios, enarbolando valores como el éxito, el esfuerzo, el compañerismo, etc. Todo esto no penséis que es común en Francia, pienso que es un caso bien aislado, sobre todo tras la llegada de Sarkozy al Eliseo. Hablando con un comerciante del casco antiguo de Montpellier (Francés pero oscuro de piel), me comentaba que la diferencia entre España y Francia es que nosotros tenemos libertad, cosa que ellos no tienen, sobre todo tras la llegada de Sarko. Es curioso, y es algo que ya comenté en ediciones anteriores, como los votantes de Sarko no aparecen por ningún lado, preguntas a la gente y resulta que nadie votó al bueno de Nicolas, a pesar de que aventajó y mucho a Ségolène Royal. Me intriga y mucho este personaje pues no acierto a comprender bien su ideología pues es capaz de pasar de la más despiadada represión y ausencia de consideración, a no ir a la inauguración de los JJOO de Pekín por apoyar la causa Tibetana, o desplazarse a países en conflicto para arreglar situaciones, o a acudir a tumbar el muro de Berlín en su momento. Está claro que la mayoría de cosas las hace de cara a la galería y porque es un monstruo de los medios, pero aun me queda por saber cual es su auténtica visión del mundo y de la política, seguiré investigando.
Por lo demás pienso que todo muy bien, cada vez me encuentro mejor en una ciudad donde por otra parte es bastante difícil encontrarse mal. La comida es fabulosa (me faltan las tapas, lo único, aunque he encontrado un bar de tapas español que de momento suple bastante bien mis carencias en ese sentido, “El quitapenas”), de hecho estoy deseando siempre que llegue la hora de la comida, el tiempo bueno, la gente, como he dicho, tolerante y la actividad cultural descomunal y desconocida hasta la fecha. Todo el mundo dice, incluidos los franceses, que Montpellier no representa a Francia, pero sin embargo todo el mundo la envidia. No he oído a nadie hablar mal de esta ciudad, ya sean franceses o extranjeros, poniéndola por encima, como sitio para vivir, de otras ciudades francesas como París, Lyon, Marsella o Toulouse. A mi juicio resulta curiosa la paradoja, ¿verdad? pues los franceses que no son de Montpellier coinciden en señalar a esta ciudad como ciudad ideal, sobre todo en lo social, pero sin embargo siguen tropezando en los mismos errores que configuran esa imagen que tenemos de los franceses de fríos, ariscos, exigentes y chovinistas, calificativos que para nada se pueden aplicar a los habitantes de Montpellier. Si para los franceses resulta agradable, no lo es menos para los extranjeros, como es mi caso. Es una ciudad que lo tiene todo, con un tamaño idóneo que está a medio camino entre una gran ciudad y un pueblo. Desde el punto de vista cultural y de servicios tiene ese aire de gran ciudad que todos imaginamos, pero si consideramos el acercamiento, el concepto de barrio, la posibilidad de recorrértela a pie o en bici, la tranquilidad, etc., estaríamos más cerca de un pueblo. Está claro que ese salitre que se respira en el ambiente proveniente del Mare Nostrum, le da un marcado carácter mediterráneo, con todo lo que ello conlleva.
No es mucho el tiempo libre del que dispongo, aunque lo intento aprovechar al máximo, de hecho, lo busco para descanso de cuerpo y mente, así como para cubrir esas porciones de la vida clave y fundamentales como son la social, afectiva, cultural, deportiva, etc. Las fotos corresponden a algunos de los viajes que he tenido oportunidad de hacer, se trata de ciudades o pueblecitos que no distan más de una hora a la redonda de Montpellier. Todas estas villas, excepto Arlés, corresponden al Languedoc-Rousillon, región cuya capital es Montpellier. Esta región, como su capital, lo tiene todo, desde auténticas villas romanas como puede ser el caso de Nîmes a majestuosos acueductos como el Pont du Gard, ciudades pontificas y monumentales como Avignon, pueblecitos medievales sacados de cuentos como Saint-Guilhem le Désert, o villas con una marcada vocación marinera como Séte. Además, y como digo, se pude visitar la también romana ciudad de Arlés (esta perteneciente a la Provence), la cual fue plasmada en múltiples lienzos por Vincent Van Gogh, el Parque Natural des Cevennes, la también medieval villa de Carcassone, el Parque Natural de la Camarga, o los kilómetros y kilómetros de playas. Os adjunto unas fotitos, pero os juro que se me hace muy difícil la selección de las mismas, pues noto que dejo de lado algunas cosas importantes, pero vale para que os hagáis una idea.
El tiempo pasa volando, eso ya lo sabía, pero cada día que pasa me lo demuestra. Parece que fue ayer cuando me estaba preparando la maleta y dentro de nada me la tengo que volver a hacer. Es que en realidad, y como dijo un conocido seguidor de Buda del Altiplano (Dalai García), al final somos habitantes del mundo, los cuales hemos nacido en un lugar, pero en realidad todos pertenecemos al mismo. Es por ello que lo que hemos nacido en el lado de la prosperidad debemos sentirnos afortunados e intentar siempre ayudar y sobre todo comprender a aquellos que no han corrido con la misma suerte. Siempre he pensado que uno tiene que actuar poniéndose en el lugar de los demás, reflexionando como nos sentiríamos nosotros en el caso de ser los receptores de la acción y no los promotores de la misma. Si la recibiríamos con agrado, adelante, si por el contrario nos sentiríamos incómodos, tendríamos que pensar en que hacer para invertir la situación. Termino deseando simplemente felicidad, y no por las fechas en las que entramos, donde ese deseo parece ser un eslogan que luego se olvida, sino porque pienso que es algo que debe formar parte de nuestras vidas y por lo tanto desearlo siempre a los demás, los 365 días que componen un año.
Con cariño,
Martín.

lunes, 26 de octubre de 2009

Montpellier, la ciudad donde vive el sol

Resumen
El viaje bien pero mucha agua al llegar, me recibió mi jefe que es muy majo e inteligente y acto seguido fui a la residencia la cual también está muy bien. Montpellier no solo ha confirmado las cosas buenas que pensaba de ella (gente en la calle y tranvía) sino que nuevos puntos positivos se han añadido (belleza y cultura).

Palabras clave: agua; bicicleta; felicidad; jefe; tranvía.

Querid@s tod@s,
Elegante pero informal abre de nuevo la persiana para contar las vivencias de una persona que intenta vivir (no es fortuita la repetición de la idea de vivir) siempre del lado de la felicidad, como aquella caprichosa moneda tirada al aire por algún cantante y que cayó precisamente de ese lado. Fiel a su estilo, este elegante, nacido con la vocación de contar más desventuras que venturas, vuelve puntual a la cita del relato de mis estancias extra peninsulares, cual servicio público de mantener informados a tod@s aquell@s a l@s que(ya no voy a poner más arrobas, ya os habreis dado cuenta de que huyo del sexismo, pero el lenguaje es caprichoso, jeje) seria imposible escribir uno a uno, pero que al mismo tiempo me sirve a mi para hacer balance y realmente valorar lo que tengo. Como principal novedad, este primer elegante desde Montpellier incluye un resumen de su contenido. Se me ha hecho mucho daño, sobre todo desde los sectores más radicales del budismo yeclano, con lindeces como “vendedor de humo”, “peñazo”, “bodrio”, “engaña zagales”… u otros calificativos de nefasto recuerdo. En general, se puede decir que tras el feedback recibido, los chicos solían mirar solo las fotos y las chicas se metían un poco más en el texto. Es por ello mi decisión de hacer un resumen y meter una serie de palabras claves para que gente como un tal Dalái García (lider espiritual y consejero de profesión. Por ciervo, gracias por la bici, algún día te invitaré a una cerveza) y esposa, vean cumplidas sus peticiones, jaja.
Bueno, ha pasado casi un año desde la última edición, la cual fue escrita desde tierras lejanas, más concretamente desde las tierras medias. Yo sigo más o menos igual de feo (otros lo son más, todo hay que decirlo) y un año más viejo, si bien sabeis que la edad no se lleva en el documento identificativo. Bien es cierto que ha sido un año frenético en todos los sentidos donde he podido hacer lo que más me gusta que es viajar, he trabajado mucho y bien y alguna ladrona me ha robado el corazón. Antes de proseguir me gustaría pedir disculpas a todos aquellos a los cuales quizas os he tenido un poco desatendidos en estos últimos tiempos que corren. Como bien sabreis, me encuentro inmerso en darle forma a esta especie de hijo que es una tesis. Esa es la razón por la que muchas veces he tenido que decir que no, o se me ha olvidado responder una llamada, mensaje, etc., o simplemente no he tenido yo la iniciativa de hacerlo…qué más puedo deciros que a vuestros pies. Metiéndonos en “harina” la verdad es que la vetusta Montpellier no me recibió precisamente con los brazos abiertos (Muñoz-Santa, 2009), ya lo anunciaban los altavoces de una conocida cadena de timo-restaurantes apostada sobre la AP-7 a la altura de Tarragona. Creo que nunca había visto llover así (no se lo conteis a mi madre, jaja), intensidad descomunal, no llovía ni para abajo como afirma mi padre que llueve en Villena. De hecho, a la altura de la no muy bella villa de Perpignan (conocida por muchos españoles durante la dictadura), el agua aderezada con el viento racheado, hacían de la conducción un ejercicio que menos que difícil. Pero valga la expresión “en peores plazas hemos toreados”, continué y logré ver de fondo el viejo acueducto de Montpellier. Acudí a mi lugar de trabajo, el CNRS (especie de CSIC español) y allí me esperaba el bueno de Richard, mi jefe. Qué decir de este personaje, a medio camino en lo físico entre Lennon, Krasty el payaso y Juan Tamariz. A este aristócrata de la neurona y guardian del saber creo que ya nada le sorprende. Estuvo viviendo tres años en la ciudad Hispalense (Sevilla) y año y medio en Bolivia, de ahí su perfecto español, el cual le he pedido no utilizar para intentar cultivar el francés. Es una persona que para nada se conforma con lo establecido, siempre mira detrás, como se puede ir más allá. No le gusta ser reduccionista, intentando ver las cosas desde lejos y con perspectiva. La verdad es que su acogida fue fenomenal, así como la de su grupo, gente muy maja la cual siempre está discutiendo sobre Ciencia, las reformas del gobierno, el Medio Ambiente, el perfecto inglés de Sarkozy, o sobre cualquier rama de la cultura durante las comidas o en el café matinal acompañado siempre de galletas bretonas con grandes cantidades de mantequilla. En cuanto al lugar donde habito, la verdad es que no me puedo quejar, se trata de una residencia enclavada en un bosque mediterraneo creado, bastante bien conservado para ser una zona prácticamente urbana, aunque se encuentra un poco alejado del centro. Tengo una habitación para mi solo totalmente equipada con Internet, excusado y cocina, con bonitas vistas al citado bosque.
Una vez instalado y aprovechando el inicio del fin de semana decidí hacer de mi capa un sayo, salir de mi guarida y adentrarme en ese sistema perfecto como es la muy leal y fidelísima villa de Montpellier. Fue una fría tarde de Abril la que me permitió tener la primera cita con Montpellier, eran vacaciones y lo nuestro fue un flechazo, y eso que no había visto nada. Lo que si que me dio tiempo a ver fueron dos notas predominantes: gente en la calle y un curioso medio de transporte defenestrado en casi todas las ciudades, que no hace ruido, que gasta poco y que es bonito: el tranvía. Bueno, pues esas dos notas son el auténtico eje de esta ciudad sobre los cuales se mueve todo lo demás. Resulta curioso el ejercicio de ineptitud llevado a cabo por aquellos teóricos “desarrollistas” que decidieron limpiar las calles de tranvías dejando vía libre al coche. Pues bien, no ha pasado tanto y ya se ha visto cuan equivocados estaban, el tranvía ha vuelto en muchas ciudades y lo ha hecho para quedarse. Aquí, las zonas se conocen en función de la parada del tranvía, y según me cuentan los lugareños, la inauguración y puesta en marcha del mismo fue un evento histórico en esta ciudad. A ello se une, como he dicho, una ingente marea de gente, gente por todos lados. Es cierto que Montpellier es una ciudad Mediterránea, las cuales se definen por la presencia permanente de gente en sus calles, ciudades compactas y vivas, donde la plaza del pueblo es el centro neurálgico donde confluyen. Montpellier cumple con estos requisitos con su Place de la Comedie como auténtico corazón de la ciudad (cual glorieta de Elche pero multiplicada por 20). Valga como ejemplo que ayer salí con la bici y habían lugares donde tenía grandes dificultades para hacerse paso entre el “populacho” (de Blasco i Payá, 2008). Junto con el tranvía, y hablando de movilidad, la otra protagonista es la bicicleta. Hay carriles bici por todos lados y el alquiler de bicis es a un precio irrisorio. Lo mejor de todo es que se está creando una cultura de la bicicleta, que con los años se consolidará y hará de esta ciudad una ciudad referencia, si no lo es ya. El coche es un auténtico extraño en esta ciudad, donde la gente se ha dado cuenta que no hace falta, que es mucho más barato, ecológico, saludable y ahorrador de tiempo el uso de sistemas de transporte alternativos como la bici, el tranvía o simplemente andar, curioso ejercicio el. Para finalizar con el tema de la movilidad (es que me llena de orgullo ver ejemplos de este tipo), las estaciones de tranvía de las afueras tienen grandes parkings donde se pagan 4 euros y puedes dejar el coche todo el día y te regalan un billete de ida y vuelta para todos los ocupantes del vehículo, un tranvía que solo descansa de 2 a 5 de la mañana y que tiene una frecuencia de 5 minutos en horas punta, un ejemplo. El clima de Montpellier ayuda mucho, pues es un clima Mediterraneo con temperaturas muy suaves. La orografía es un tanto accidentada con muchos “sube y baja” conocida por los aficionados al ciclismo como un terreno “rompe-piernas”. Si hacemos un necesario paralelismo con ese país de “charanga y pandereta” como es España, ¿qué pasa en España? ¿es que no nos damos cuenta? ¿o queremos no darnos cuenta que tenemos un gran problema de transporte y aun teniendo clima y alternativas no las aprovechamos?... me parece patética la situación que vivimos. A todas estas ventajas de la ciudad se une su descarada belleza, tendríais que ver el casco antiguo, exquisitamente conservado y dotado de vida, con infinitas plazas y rincones que se esconden a medida entre sus innumerables callejuelas. También tendrían que tomar ejemplo muchas ciudades que viven un poco de espaldas a sus cascos antiguos. Creo que pueden llegar a ser enfermos pero de tratamiento conocido. Aquí lo que se ha hecho es vetar el acceso a los coches, reformar edificios, y lo que veo más importante, fomentar el comercio. Creo que la gente que tiene sus negocios: artesanales, alimenticios, hosteleros, etc., son los auténticos valedores, activos y conservadores de ese espacio, y son los que han hecho que el casco antiguo de Montpellier sea lo que es. Por si esto no fuera poco, la actividad cultural es desorbitada, tanto que no encuentro calificativo para definirla. Creo que puede estar al nivel de ciudades mucho más grandes que esta, la cual cuenta con unos 250000 habitantes, de los cuales unos 60000 son estudiantes (aspecto importante este). Por ejemplo, en este fin de semana todos los eventos normales de la ciudad con los festivales internaciones de guitarra y el festival internacional de cine. La verdad es que me he vuelto loco para decidir que película ver pues me gustaban casi todas. En cuanto al primero, el festival de guitarra, cerraba ayer con la actuación de Joan Baez. Seguro que la gente que vivió los 60 y 70 la conocen mejor, aprovecho estas líneas para hacerle mi más sincero homenaje. No solo por ser una gran cantante (me puso los pelos de gallina su recital, repasando también canciones de Leonard Cohen, George Moustakí o Bob Dylan, además de cantar en francés, castellano, inglés y árabe), si no sobre todo por su implicación con los demás. De hecho, acudí al concierto más por lo segundo que por lo primero, hay muy poca gente en este mundo actual que estén dispuestas a mirar por los demás, y Joan Baez es una de ellas, tanto que arriesgó su vida en muchas ocasiones, chapeau.
De momento nada más desde tierras galas, que estoy “en mi salsa”, muy relajado y feliz, pero se os echa de menos, creo que es la mejor sensación que se puede tener, ser feliz con lo que uno hace cuando se va pero al mismo tiempo valorando lo que uno deja.
Un beso.

Montpellier, la ciudad que nunca duerme