jueves, 5 de enero de 2012

Conociendo al gigante

Pequeño e insignificante, así me siento enfrente de este gigante que es Australia. Como dije en anteriores ocasiones, todo está multiplicado por algunas magnitudes en este país, sobre todo las distancias. Lo que antes creía lejos ahora resulta que está cerca (de acuerdo con las dimensiones de este país) y es algo a tener muy cuenta y a lo que cuesta sobre manera acostumbrarse, sobre todo para aquellos que, como el que escribe, tenemos una visión Mediterránea de la vida.

Desde la última vez que escribí han pasado muchas cosas, como siempre hasta ahora, buenas. Recibí la visita de mis primos Juan China, Carolina y la pequeña Valentina (intrépida viajera con un comportamiento ejemplar que para si muchos quisieran, esta niña promete mucho a sus escasos 18 meses) y nos embarcamos en un proyecto viajero que ha durado unas dos semanas, amén de una semana complementaria que me ha servido para conocer mejor mi realidad más cercana, la de Adelaida y sus alrededores. Después de tres semanas en el Hemisferio Sur, mis intrépidos primos viajeros pueden decir que han visitado 4 estados, el del Sur de Australia (cuya capital es Adelaida), Queensland (Brisbane como ciudad más importante), Nueva Gales del Sur (con la imponente Sydney) y Victoria (cuna de la cosmopolita Melbourne pero hermana muy pequeñita de Sydney). Quedan en mi retina muchas cosas, recuerdos imborrables, aventuras que sin duda darán pie a otras… Viene a mi mente el sonido ensordecedor de una bandada de pájaros dentro de la jungla de la imponente isla de Fraser, el de un concierto improvisado en la hippie bahía de Byron, el sentimiento de extraño e insignificante en medio de las moles que configuran el centro de Sydney y su puerto que la vertebra, la fiesta de calle celebrada en casa de nuestro amigo Steve cerca de Sorrento (al Sur de Melbourne), las moles de piedra esculpidas por el mar configurando los conocidos como “12 apóstoles”, a los cuales llegamos por la impresionante “Great Ocean Road”, el sabor de algunos vinos gestados en los valles de Barossa o McLaren cuyas bodegas visitamos…la verdad es que no me puedo quedar con ningún sitio físico pues fueron pasando a modo documental, pocos los días, grandes las distancias y mucho y bello por ver. Cuando acabé el viaje en seguida fui consciente de que empezaba otro, el de ir a los sitios no visitados, o el de volver a sitios insuficientemente explorados y conocerlos mejor. Con lo que si que puedo y quiero quedarme es con la gente. Australia, como he comentado en otras ocasiones, está formada por inmigrantes, inmigrantes muy recientes que tienen aun en la memoria lo que supone dejar un país, una familia, unos amigos, unas tradiciones y comenzar de nuevo… sobre todo, tienen en la mente esa sensación de extrañeza o “rareza” ante un sitio que no reconoces como el tuyo, al menos al principio. Este hecho configura un carácter extremadamente hospitalario, educado y sobre todo muy tolerante. Este carácter también se transmite a los nacidos aquí, pues sus parejas o amigos son inmigrantes o bien sus antecesores lo fueron. Lo que está por ver es si este carácter se perpetua o, con el paso del tiempo, merma y tiende al egoísmo, a la intolerancia y al rechazo, como está pasando en muchos países.

Por lo demás, todo continúa fenomenal, tanto en el plano personal, laboral y social. La vida aquí sigue proporcionándonos vivencias y emociones muy distintas a las que estábamos acostumbrados. En este sentido, una de las experiencia más distinta a cualquiera de las vividas (si no la que más) ha sido la Navidad. Aquí no suelen celebrar la Nochebuena (aunque nosotros la celebramos con mi adorable jefe), su día grande es el de Navidad (lo celebramos con nuestra querida Diane), día en el que los niños encuentran sus regalos debajo del árbol de Navidad nada más se levantan. Es por ello que muchos a las 6 ya están despiertos por lo que los padres han de elaborar unas normas “al uso” para evitar madrugones. El día siguiente es el llamado “Boxing day”, día dedicado a descansar, a no hacer nada especial más allá de estar en la playa o en la piscina, disfrutar de una barbacoa, etc. La Navidad acaba para ellos el día de Nochevieja, día en el que la gente hace un poco lo que nosotros hacemos en España aunque sin grandes banquetes y con la gran diferencia de que es verano, con lo cual casi todos van a la playa, y eso es lo que hicimos nosotros (como muestra, las fotos del blog, a través de las cuales os deseamos un feliz año nuevo). Dos españoles fueron a casa de una croata y quedaron con dos chinos (y no es un chiste) para ir a ver los fuegos artificiales que se lanzan en la playa cuando se cambia de año.

Solo espero que cumpláis, al menos, una quinta parte de los deseos que seguro os habéis propuesto para el año que acabamos de estrenar. Yo tengo un propósito principal: que el tiempo pase lento y así me permita disfrutar de forma más intensa de todo lo que me queda por vivir.

miércoles, 4 de enero de 2012

HAPPY NEW YEAR