lunes, 26 de octubre de 2009

Montpellier, la ciudad donde vive el sol

Resumen
El viaje bien pero mucha agua al llegar, me recibió mi jefe que es muy majo e inteligente y acto seguido fui a la residencia la cual también está muy bien. Montpellier no solo ha confirmado las cosas buenas que pensaba de ella (gente en la calle y tranvía) sino que nuevos puntos positivos se han añadido (belleza y cultura).

Palabras clave: agua; bicicleta; felicidad; jefe; tranvía.

Querid@s tod@s,
Elegante pero informal abre de nuevo la persiana para contar las vivencias de una persona que intenta vivir (no es fortuita la repetición de la idea de vivir) siempre del lado de la felicidad, como aquella caprichosa moneda tirada al aire por algún cantante y que cayó precisamente de ese lado. Fiel a su estilo, este elegante, nacido con la vocación de contar más desventuras que venturas, vuelve puntual a la cita del relato de mis estancias extra peninsulares, cual servicio público de mantener informados a tod@s aquell@s a l@s que(ya no voy a poner más arrobas, ya os habreis dado cuenta de que huyo del sexismo, pero el lenguaje es caprichoso, jeje) seria imposible escribir uno a uno, pero que al mismo tiempo me sirve a mi para hacer balance y realmente valorar lo que tengo. Como principal novedad, este primer elegante desde Montpellier incluye un resumen de su contenido. Se me ha hecho mucho daño, sobre todo desde los sectores más radicales del budismo yeclano, con lindeces como “vendedor de humo”, “peñazo”, “bodrio”, “engaña zagales”… u otros calificativos de nefasto recuerdo. En general, se puede decir que tras el feedback recibido, los chicos solían mirar solo las fotos y las chicas se metían un poco más en el texto. Es por ello mi decisión de hacer un resumen y meter una serie de palabras claves para que gente como un tal Dalái García (lider espiritual y consejero de profesión. Por ciervo, gracias por la bici, algún día te invitaré a una cerveza) y esposa, vean cumplidas sus peticiones, jaja.
Bueno, ha pasado casi un año desde la última edición, la cual fue escrita desde tierras lejanas, más concretamente desde las tierras medias. Yo sigo más o menos igual de feo (otros lo son más, todo hay que decirlo) y un año más viejo, si bien sabeis que la edad no se lleva en el documento identificativo. Bien es cierto que ha sido un año frenético en todos los sentidos donde he podido hacer lo que más me gusta que es viajar, he trabajado mucho y bien y alguna ladrona me ha robado el corazón. Antes de proseguir me gustaría pedir disculpas a todos aquellos a los cuales quizas os he tenido un poco desatendidos en estos últimos tiempos que corren. Como bien sabreis, me encuentro inmerso en darle forma a esta especie de hijo que es una tesis. Esa es la razón por la que muchas veces he tenido que decir que no, o se me ha olvidado responder una llamada, mensaje, etc., o simplemente no he tenido yo la iniciativa de hacerlo…qué más puedo deciros que a vuestros pies. Metiéndonos en “harina” la verdad es que la vetusta Montpellier no me recibió precisamente con los brazos abiertos (Muñoz-Santa, 2009), ya lo anunciaban los altavoces de una conocida cadena de timo-restaurantes apostada sobre la AP-7 a la altura de Tarragona. Creo que nunca había visto llover así (no se lo conteis a mi madre, jaja), intensidad descomunal, no llovía ni para abajo como afirma mi padre que llueve en Villena. De hecho, a la altura de la no muy bella villa de Perpignan (conocida por muchos españoles durante la dictadura), el agua aderezada con el viento racheado, hacían de la conducción un ejercicio que menos que difícil. Pero valga la expresión “en peores plazas hemos toreados”, continué y logré ver de fondo el viejo acueducto de Montpellier. Acudí a mi lugar de trabajo, el CNRS (especie de CSIC español) y allí me esperaba el bueno de Richard, mi jefe. Qué decir de este personaje, a medio camino en lo físico entre Lennon, Krasty el payaso y Juan Tamariz. A este aristócrata de la neurona y guardian del saber creo que ya nada le sorprende. Estuvo viviendo tres años en la ciudad Hispalense (Sevilla) y año y medio en Bolivia, de ahí su perfecto español, el cual le he pedido no utilizar para intentar cultivar el francés. Es una persona que para nada se conforma con lo establecido, siempre mira detrás, como se puede ir más allá. No le gusta ser reduccionista, intentando ver las cosas desde lejos y con perspectiva. La verdad es que su acogida fue fenomenal, así como la de su grupo, gente muy maja la cual siempre está discutiendo sobre Ciencia, las reformas del gobierno, el Medio Ambiente, el perfecto inglés de Sarkozy, o sobre cualquier rama de la cultura durante las comidas o en el café matinal acompañado siempre de galletas bretonas con grandes cantidades de mantequilla. En cuanto al lugar donde habito, la verdad es que no me puedo quejar, se trata de una residencia enclavada en un bosque mediterraneo creado, bastante bien conservado para ser una zona prácticamente urbana, aunque se encuentra un poco alejado del centro. Tengo una habitación para mi solo totalmente equipada con Internet, excusado y cocina, con bonitas vistas al citado bosque.
Una vez instalado y aprovechando el inicio del fin de semana decidí hacer de mi capa un sayo, salir de mi guarida y adentrarme en ese sistema perfecto como es la muy leal y fidelísima villa de Montpellier. Fue una fría tarde de Abril la que me permitió tener la primera cita con Montpellier, eran vacaciones y lo nuestro fue un flechazo, y eso que no había visto nada. Lo que si que me dio tiempo a ver fueron dos notas predominantes: gente en la calle y un curioso medio de transporte defenestrado en casi todas las ciudades, que no hace ruido, que gasta poco y que es bonito: el tranvía. Bueno, pues esas dos notas son el auténtico eje de esta ciudad sobre los cuales se mueve todo lo demás. Resulta curioso el ejercicio de ineptitud llevado a cabo por aquellos teóricos “desarrollistas” que decidieron limpiar las calles de tranvías dejando vía libre al coche. Pues bien, no ha pasado tanto y ya se ha visto cuan equivocados estaban, el tranvía ha vuelto en muchas ciudades y lo ha hecho para quedarse. Aquí, las zonas se conocen en función de la parada del tranvía, y según me cuentan los lugareños, la inauguración y puesta en marcha del mismo fue un evento histórico en esta ciudad. A ello se une, como he dicho, una ingente marea de gente, gente por todos lados. Es cierto que Montpellier es una ciudad Mediterránea, las cuales se definen por la presencia permanente de gente en sus calles, ciudades compactas y vivas, donde la plaza del pueblo es el centro neurálgico donde confluyen. Montpellier cumple con estos requisitos con su Place de la Comedie como auténtico corazón de la ciudad (cual glorieta de Elche pero multiplicada por 20). Valga como ejemplo que ayer salí con la bici y habían lugares donde tenía grandes dificultades para hacerse paso entre el “populacho” (de Blasco i Payá, 2008). Junto con el tranvía, y hablando de movilidad, la otra protagonista es la bicicleta. Hay carriles bici por todos lados y el alquiler de bicis es a un precio irrisorio. Lo mejor de todo es que se está creando una cultura de la bicicleta, que con los años se consolidará y hará de esta ciudad una ciudad referencia, si no lo es ya. El coche es un auténtico extraño en esta ciudad, donde la gente se ha dado cuenta que no hace falta, que es mucho más barato, ecológico, saludable y ahorrador de tiempo el uso de sistemas de transporte alternativos como la bici, el tranvía o simplemente andar, curioso ejercicio el. Para finalizar con el tema de la movilidad (es que me llena de orgullo ver ejemplos de este tipo), las estaciones de tranvía de las afueras tienen grandes parkings donde se pagan 4 euros y puedes dejar el coche todo el día y te regalan un billete de ida y vuelta para todos los ocupantes del vehículo, un tranvía que solo descansa de 2 a 5 de la mañana y que tiene una frecuencia de 5 minutos en horas punta, un ejemplo. El clima de Montpellier ayuda mucho, pues es un clima Mediterraneo con temperaturas muy suaves. La orografía es un tanto accidentada con muchos “sube y baja” conocida por los aficionados al ciclismo como un terreno “rompe-piernas”. Si hacemos un necesario paralelismo con ese país de “charanga y pandereta” como es España, ¿qué pasa en España? ¿es que no nos damos cuenta? ¿o queremos no darnos cuenta que tenemos un gran problema de transporte y aun teniendo clima y alternativas no las aprovechamos?... me parece patética la situación que vivimos. A todas estas ventajas de la ciudad se une su descarada belleza, tendríais que ver el casco antiguo, exquisitamente conservado y dotado de vida, con infinitas plazas y rincones que se esconden a medida entre sus innumerables callejuelas. También tendrían que tomar ejemplo muchas ciudades que viven un poco de espaldas a sus cascos antiguos. Creo que pueden llegar a ser enfermos pero de tratamiento conocido. Aquí lo que se ha hecho es vetar el acceso a los coches, reformar edificios, y lo que veo más importante, fomentar el comercio. Creo que la gente que tiene sus negocios: artesanales, alimenticios, hosteleros, etc., son los auténticos valedores, activos y conservadores de ese espacio, y son los que han hecho que el casco antiguo de Montpellier sea lo que es. Por si esto no fuera poco, la actividad cultural es desorbitada, tanto que no encuentro calificativo para definirla. Creo que puede estar al nivel de ciudades mucho más grandes que esta, la cual cuenta con unos 250000 habitantes, de los cuales unos 60000 son estudiantes (aspecto importante este). Por ejemplo, en este fin de semana todos los eventos normales de la ciudad con los festivales internaciones de guitarra y el festival internacional de cine. La verdad es que me he vuelto loco para decidir que película ver pues me gustaban casi todas. En cuanto al primero, el festival de guitarra, cerraba ayer con la actuación de Joan Baez. Seguro que la gente que vivió los 60 y 70 la conocen mejor, aprovecho estas líneas para hacerle mi más sincero homenaje. No solo por ser una gran cantante (me puso los pelos de gallina su recital, repasando también canciones de Leonard Cohen, George Moustakí o Bob Dylan, además de cantar en francés, castellano, inglés y árabe), si no sobre todo por su implicación con los demás. De hecho, acudí al concierto más por lo segundo que por lo primero, hay muy poca gente en este mundo actual que estén dispuestas a mirar por los demás, y Joan Baez es una de ellas, tanto que arriesgó su vida en muchas ocasiones, chapeau.
De momento nada más desde tierras galas, que estoy “en mi salsa”, muy relajado y feliz, pero se os echa de menos, creo que es la mejor sensación que se puede tener, ser feliz con lo que uno hace cuando se va pero al mismo tiempo valorando lo que uno deja.
Un beso.

Montpellier, la ciudad que nunca duerme